BIWPA

19 febrero 2015

REFS ARE HUMAN, TOO

REFS ARE HUMAN, TOO



 

We need to understand and accept that refereeing errors, like all matters of luck in a game, are part of football and always will be.



And so referees are again under fire. This is nothing new. It has been going on since the year dot, or at least since Billy Meredith wore shorts.
Strebre Delovski drops a clanger by awarding a penalty against Gui Finkler for his phantom foul on Seb Ryalland voila, A-League referees are again under blanket review. People are outraged about the cost of such a blatant error.
What cost? A football match was lost or, to be more precise, not won. How is the cost of a refereeing error higher than that of a player who misses a penalty, a striker who bungles a scoring opportunity or a goalkeeper who lets the ball slip through his legs?
What strange beasts we football fans are, being able to forgive players or coaches dozens of mistakes in each game and expect referees to be pure and infallible deities. A Maradona, a Pelé or a Messi can miss a sitter and it's soon forgotten. But a referee makes an error that affects the result and it will stay with him for life like a tattoo.
I recall an NSL award ceremony where the referee of the year was presented with a trophy and a package. Inside the package was a pair of glasses.
There is not a single football fan who has not suffered and was not driven to anger by refereeing errors that may have cost his or her favoured team a game. Fabio Grosso, Lucas Neill and Luis Medina Cantalejo spring to mind.











Les Murray














Y así, los árbitros están de nuevo bajo el fuego. Esto no es nada nuevo. Ha estado sucediendo desde el punto año, o al menos desde que Billy Meredith llevaba pantalones cortos.

Strebre Delovski cae un clanger mediante la concesión de un penalti contra Gui Finkler por su falta phantom Seb Ryalland voila, árbitros A-League están de nuevo bajo revisión manta. La gente está indignada por el costo de un error tan flagrante.

¿Qué costo? Un partido de fútbol se perdió o, para ser más precisos, no ganó. ¿Cómo es el costo de un error arbitral superior a la de un jugador que pierde una pena máxima con un delantero que echa a perder una oportunidad de gol o un portero que permite el deslizamiento balón por entre las piernas?

Qué bestias extrañas que los aficionados al fútbol son, siendo capaz de perdonar jugadores o entrenadores docenas de errores en cada juego y esperar que los árbitros sean deidades puras e infalibles. A Maradona, un Pelé o un Messi puede perder una niñera y que sea pronto olvidado. Sin embargo, un árbitro comete un error que afecta el resultado y se quedará con él para toda la vida como un tatuaje.

Recuerdo una ceremonia de premiación NSL donde el árbitro del año se presentó con un trofeo y un paquete. Dentro del paquete había un par de gafas.

No hay un solo ventilador de fútbol que no ha sufrido y no fue conducido a la ira por errores arbitrales que pueden haber costado a su equipo favorito de un juego. Fabio Grosso, Lucas Neill y Luis Medina Cantalejo vienen a la mente.

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