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10 febrero 2015

Carta de un árbitro a una madre

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¡CARTA DE UN ÁRBITRO A UNA MADRE!

”En los años 70 los silbatos eran de hierro, igual debían ser nuestros testículos para controlar a gorilas de 2mts que corrían como un camión sin frenos” Earl ‘Yogi’ Strom (Arbitro NBA)
ELIS MARRUFO | Top Performance C.A.

Estimada señora que deja de lavar su ropa, limpiar su casa, maquillarse, y hacer las compras
de la semana para acompañar a su hijo al juego vespertino, sabatino o dominical, clara
 de que la distancia común entre sus penurias, ese cansancio insufrible de mami abnegada
 y los sueños del chiquillo se compensan con: pasión, trabajo, actitud, y… sobretodo exprimir 
el tiempo; detrás de nuestro silbato convive un humano que también deja de hacer cosas 
útiles en su hogar para igual que usted con pasión, trabajo, actitud y tiempo hacerse parte
 necesaria, tal vez no siempre agradable, pero reglamentaria para ese juego que tanto
 apasiona a usted y su hijo. Estamos seguros, sin ninguna duda que usted, aun teniendo
 tantas circunstancias en contra, no se detiene en excusas para luchar por hacer realidad 
el sueño de su bebe que es su mismo sueño y el sueño de nuestros hijos también; usted 
y nosotros (Los Colegiados) odiamos algo en común: aquel padre que encuentra cualquier
 excusa, incluso con todo a favor para no apoyar a sus hijos… y si lo acompaña, nos endosa,
 nos culpa de sus errores, bloqueando su mejora y convirtiendo a cualquier chaval en un
 fracasado en su vida adulta. ¡El abuso y la baja autoestima son la madriguera preferida 
para las excusas y la derrota! Señora la historia noblemente se encarga de demostrar que
 bajo las mismas condiciones, unos logran triunfar y otros no; y mientras Dios cambia esas
 circunstancias; lo cual no depende de nosotros, quizás debamos cambiar todos, lo cual sí
 depende de Ustedes y nosotros.

En la época en que intenté practicar deporte como un aspirante a jugador profesional, yo

 sentía que el papel más rudo en la cancha era el de "soplar pitos", pero admiraba el valor
 de esos gladiadores. Mis padres poco iban al juego, y yo no tenía celular, ni bebida energética,
 ni súper botas y tampoco había video grabadoras para cual artistas exhibirnos en youtube
 o demás redes sociales. Cuando me invitaban a participar, si me llamaban por teléfono,
 alguno de los amigos que querían que jugara, de atender mis hermanos no había problemas.
 Pero cuando atendía uno de mis padres, con todo el morbo del mundo siempre respondían:
 "Que vergüenza, aquí tenemos la decencia, cosa que usted no conoce, por lo visto, 
de respetar el hogar de los demás, además aquí no viven vagos". Era raro el día que un 
compañero no me dijese: "Roque, te llamé pero me insultaron". Si mi cerebro fuera una
 autopista sus tres canales estarían ocupados con esa infantil vergüenza y el rechazo a los
 conceptos de mis padres. Solo me limitaba a decir… mis padres no diferencian un deportista
 de un mendigo, seguro se molestaron, discúlpenme. Al no tener el talento de un Runmmenigge
 –Futbol- o Magic Johnson –BasketBall-, ni Reggie Jackson –Beisbol-, vi en colegiarme, 
la oportunidad de poner en cintura a esos “vagos” -jugadores- pero sobre todo a esos padres
 -Ogros- que arremetían impunemente contra a los referees. Ahora como adulto viendo el
 mundo detrás de mi silbato, descubro la felicidad de haber tenido un padre en mi casa,
 imperfecto, pero que siempre nos protegió… lo digo porque de tantos chavales con quienes 
interactuo, a pocos le conozco su padre… normalmente me veo increpado por madres. 
Ejemplo recuerdo el día de una dolorosa final en que una joven y bella madre me sorprendió
 al final del juego, me tomó por el cuello, me dijo: "Señor, véame a la cara". La miré, y me
 volvió a decir: "Dígame como hombre; ¿Usted la tiene agarrada con mi hijo?, muéstreme
 si tiene las mismas agallas aquí afuera de la cancha, sin el ridículo pito ese". Afortunadamente
 pude tranquilizar a la airada mamá y con firmeza le dije, "No, pero estoy buscando la manera
 de que él aprenda porque comete errores, pero tiene mucho talento y ‘algo’ que no tuve yo 
cuando chamo… una madre como usted que lo defendiera en la cancha". Me respondió entre
 las lagrimas de su frustración, algo que nunca olvidaré: "Perdóneme… pero se dicen tantas
 cosas de ustedes que una va predispuesta a los juegos… Ahora lo importante no es como 
lo vemos sino el mensaje para el futuro de nuestros hijos y que las primeras en distorsionar
 somos nosotras y los entrenadores. Lo más importante es su actitud, lo que tiene adentro,
 no lo que pueda mostrar afuera… el mayor de mis respetos para usted y hablaré con la 
gente de mi club y la barra, que entiendan que estamos equivocadas". 

Señora, converse con su hijo, que esa “matriz” suya alimentada por personas que no conocen

 el reglamento del juego ni sus actualizaciones son las que pueden llevarle al fracaso,
 las reglas poco cambian, pero si sólo cambia su actitud; todo puede cambiar. Nunca 
use epítetos para justificar la falta de actitud de su hijo ni de sus entrenadores: "están
 ciegos,... si les cayera bien mi hijo,... si no estuvieran vendidos,… todo lo que trabajo
 para que me lo ridiculicen,…". En vez de dejarse llevar por las emociones diga: "como 
hago para mejorar eso de ti hijo mío, yo voy a ver cómo te entrenan,... yo voy a aprender
 del juego para ayudarte,... yo se lo difícil que es controlar un grupo de exaltados en las tribunas,
 en la cancha y fuera del juego… ya he tomado la decisión de respetar", esa madre que 
con su actitud no construyen excusas para inyectar el gen del fracaso a sus hijos 
(por culpa de otros), son las mismas que encuentran muchos caminos para triunfar
 ellas y su chico.

Dígale a su hijo que, nunca podrá ser exitoso en la vida si cree que el responsable 

de sus frustraciones no es su desempeño sino la “injusticia” del árbitro y, que esa
 frecuente decepción lo dejara resentido hacia las figuras de autoridad en la vida diaria,
 lo hará ser agresivo contra lo que represente reglas, disciplina, orden y éxito. Señora
 háblele a su esposo, hermanos, amigos y vecinos cuando vayan al juego, reflexione
 que las angustias a las que someten a sus hijos, limitan su poder, su desarrollo competitivo
 y la clave está precisamente en tomar los errores del camino y sus circunstancias, con 
una actitud sincera de mejora, de respeto al juego limpio y sus actores, tan sólo paso
 a paso, uno, luego dos, sigue con el paso tres, hasta que se convierta en un hábito competitivo
, y serán estos pequeños pasos, ese hábito, esa actitud y ese “respeto” por si mismo,
 los que con el tiempo producirán grandes resultados; pues las grandes estrellas lo
 logran gracias a sus mejoras, lentas pero sostenidas, que muchas veces las desestimamos
 o que por no valorar con debida justicia, las etiquetamos como “estupideces”.

Madre querida, compañera de adrenalina, las palabras se las lleva el viento y justamente

 es el mismo viento que hace sonar nuestros silbatos. Recuerde que todavía en la flor de
 su juventud aun puede aprovechar que las circunstancias no la han llevado a abandona
r o condicionar sus sueños ni los de su niño. No tema admitir sus errores, es la única forma
 de que él los supere. Después de que su hijo y usted alcancen el éxito, podrán apreciar que
 las decisiones de nosotros los árbitros, buenas o malas son un simple ladrillo en la pared
 de la vida, sin importar cuantas frustraciones hayan generado.

Nos vemos… en el espejo



 Amen a los niños son el futuro

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