Tras el PSG-BarçaLa UEFA 'mete' a Stark en la nevera ( Sport )El colegiado alemán que dirigió el PSG-Barça no volverá a pitar en competición europea esta temporada
| 09.04.2013 | 11:58h
El Comité considera que Stark cometió tres errores técnicos en una misma jugada y eso es un fallo demasiado importante como para pasarLO por alto a estas alturas de la competición continental donde cada actuación se mira con lupa y las decisiones arbitrales cobran más importancia que nunca. En primer lugar, Stark no paró el juego cuando Jordi Alba y Mascherano quedaron tendidos en el área tras chocar en el aire propiciando una ocasión de Ibrahimovic que Valdés atajó. Tras esto, el colegido hizo que ambos jugadores abandonaran el terreno de juego tras ser atendidos y parar el juego cuando la norma dice que en caso de ser más de un jugador no hay necesidad de hacerlo. Y en tercer lugar, tanto Alba como Mascherano esperaron en la línea de fondo, al lado de la portería, e ingresaron desde allí al césped cuando debían haberlo hecho desde el lateral. Stark, que era uno de los colegiados preferidos para arbitrar la final de Wembley, ve como la Champions se le acaba esta temporada. ***** BARCELONA-PSG( aS ) La UEFA niega que haya metido a Stark a la nevera por sus fallosA pesar de que Esport 3 dijo que el Comité de Árbitros vio tres errores en la misma jugada, la UEFA niega que le haya castigado y cree que incluso podría pitar una final española.
A pesar de que Esport 3 había afirmado que el Comité de Árbitros de la UEFA había decidido meter en la nevera al alemán Wolfgang Stark por sus errores en el PSG-Barcelona (2-2) de la semana pasada en la ida de los cuartos de final de Champions. el propio organismo internacional ha salido al paso de esta noticia y niega todo: "No hay castigo alguno para Stark".
Según la información de Esport 3, el Comité que preside Pierluigi Colina, consideraba que el alemán cometió tres errores técnicos en una misma jugada. Primero, no detuvo el juego pese a que dos futbolistas del mismo equipo (Mascherano y Alba) se encontraban tendidos en el césped. Después les obligó a salir a ambos del terreno de juego, cuando la norma dice que deben ser atendidos dentro. Y por último, los dos jugadores del Barcelona regresaron al terreno de juego desde un fondo cuando la norma estipula que deben hacerlo desde la banda. Un incumplimiento éste, el del artículo 5 del reglamento, por el que el Barcelona mandó una carta de protesta a la UEFA.
Sin embargo, varios portavoces del Barça y la UEFA han asegurado que el motivo por el que Stark no dirigirá ninguna de las dos semifinales es porque los árbitros que dirigen los cuartos de final de la Champions ya no puede arbitrar despiés encuentros para los que el comité de designación que preside Pierluigi Collina ya tiene un grupo de escogidos que, además de ser de elite, no coinciden con las federaciones de los equipos que pueden disputarlas. Además, la UEFA admite que piensa en Stark como posible colegiado de la final en caso de que se enfrenten equipos españoles.
Los árbitros y su nevera ( Diarios de futbol ) |
Buscaré un símil concluyente: hablar de los árbitros es como cambiarle los pañales a un bebé, al mínimo descuido puedes ser tú el que acabe sucio. Será útil para entrenadores y jugadores. Cuestionar la ley sólo cuando nos perjudica es también un ejercicio muy nuestro, muy de andar por casa. La actuación de Pérez Burrull el pasado domingo fue calamitosa. Estuvo desnortado y permeable, impropio de un colegiado de primera tal vez, y logró aquello que siempre se anuncia de un modo apocalíptico: que el árbitro sea protagonista en lugar de los futbolistas. Sin embargo, y visto el aluvión de críticas –de ahora, de ayer y de siempre-, debo recordar que el árbitro es el máximo responsable sobre el tapete de hierba y que cuestionar ya no su imparcialidad sino su legitimidad es ir contra el equilibrio del fútbol. La nevera, castigar a los jueces, tampoco ayuda mucho a reforzar una institución que se ha terminado convirtiendo en el centro de las iras, en la justificación de las derrotas, los colegiados son los enemigos cuando la realidad deportiva exige otra cosa, más bien el respeto a las normas y a quien se encarga de supervisarlas en el transcurso de un partido.
No es un tema nuevo, diría que es tan antiguo como el propio fútbol, pero el florecimiento de portadas iracundas contra el estamento arbitral, los comentarios recurrentes en la retransmisión de un partido e incluso los insultos solemnizados en los numerosos debates deportivos han llegado a colapsar una figura, la del árbitro, que –insisto- es imprescindible en el fútbol tal como lo conocemos. Nadie se echa las manos a la cabeza cuando se dice, tan a menudo, eso de “los árbitros son muy malos”, como si no cupiera la posibilidad de que fueran buenos, como si el hecho de ser árbitro los colocara ya en la morralla futbolística. Me recuerda a ese otro tema tan español que es el de “los políticos son todos unos sinvergüenzas”. Ambas afirmaciones entrecomilladas son peligrosas y acomodadas. En ambas nos lavamos las manos, echamos balones fuera, nos posicionamos en el otro lado, como si no fuéramos conscientes de lo importante que son ambos colectivos, de su incuestionable importancia en sus respectivas funciones sociales, como si realmente pudiéramos vivir tranquilos con esa mácula sobre unos y otros, con esa agria sospecha sobre la legitimidad de todos ellos.
Nos guste o no, la figura del colegiado es irrenunciable. Ya sean tres, cuatro o seis, los árbitros y sus asistentes tienen en sus silbatos y banderines la responsabilidad de que el fútbol discurra por los cauces reglamentarios. Es una labor difícil, obviamente. Hay demasiada gente viendo la televisión, demasiada gente en las gradas y lo que está en juego es algo más que la cuenta de pelotitas que caen en la red. Hay dinero, prestigio, inversiones millonarias, competitividad y negocio. Es fundamental la presencia de una persona que haga cumplir el reglamento, un juez con autoridad para decidir en caso de duda, tantas cosas dependen de su visión, su criterio y su honradez. Cuestionar por cuestionar, a las bravas, es hacer tambalearse este deporte, alienarlo. Y digo esto porque no se critican los errores sino la presencia misma de ese señor, generalmente adusto, al que siempre se le asocia con extraños intereses de club o fobias personales.
La nevera no es la solución. Tampoco la proliferación de árbitros como se está demostrando en la Europa League. El ojo de halcón será circunstancial, como lo fue la figura del cuarto árbitro. Todo pasa por una sencilla práctica que nada tiene que ver con la tecnología: confiar en la legitimidad del colegiado, no cuestionar sus decisiones, asumir que el error es sólo eso, una falta de apreciación, una confusión visual, en todo caso la mejor de las opciones para el que pita. Es ingenuo, lo sé, pero por algo hay que empezar. La conspiranoia sólo sirve para pasar el rato y si lo que nos gusta es el fútbol debemos asumir que la posición del árbitro debe ser respetada y cuidada, son inocentes hasta que no se demuestre lo contrario. Y por supuesto, no ir cacareando por las radios en contra de su figura, no hacer reproches, no tratar de engañarlo en el campo, no fingir lesiones para perder tiempo, no lanzarse en el área, no insultar, no adelantar el balón unos centímetros en los saques de esquina, no cargarle la culpa cuando el equipo no funciona… esas cosas que vemos a diario sobre el césped pero que tienen menos importancia de la que deberían tener, porque la perversión de las reglas es tan perjudicial para el fútbol como la mala fe de un árbitro.
Y una última petición: algo más de sensatez para los colegiados, que abandonen su posición defensiva, que den un pasito al frente en busca de esta concordia necesaria. Que abandonen su cápsula y se dejen escuchar por los aficionados, que lleven su obligación con naturalidad, que tiendan su mano a los jugadores y dejen de desafiarlos, que se ganen la autoridad a través de la comprensión y no de la jerarquía. Más transparencia en sus decisiones colegiadas, un sistema de elección claro y consensuado, que se conviertan en un estamento que garantice que los que pitan son los mejores posibles y si hay exclusiones o neveras, que las haya siempre, con criterios prefijados, con normas públicas. Al fin y al cabo… ¿quién arbitra a los árbitros?
*****
Por Félix Gallardo30 de marzo del 2012
El secreto de la nevera (ECD opinion )
Por una, al parecer decisión interna del Comité Técnico, nunca nos enteramos de las sanciones que en cada jornada se imponen a los árbitros.
Como está vista la inutilidad de querer enterarse de lo que realmente pasó en la huelga de ayer, no es mal día para hablar de los árbitros de fútbol, sobre todo ahora que Iturralde se ha retirado, o le han retirado, del arbitraje.
En las mismas páginas de los periódicos y en los mismos espacios de los programas deportivos de radio y televisión en los que cada jornada se pormenorizan y se discute hasta la saciedad sobre las sanciones a jugadores y entrenadores, uno busca ansiosamente las sanciones-haberlas ‘haylas’- que han recaído sobre los árbitros que manifiestamente han errado en decisiones técnicas, disciplinarias o en la redacción de las actas. Y una vez repasadas las informaciones se llega claramente a la conclusión de que esos pormenores son absolutamente secretos y a lo más que se llega es a la metáfora de que al árbitro fulanito ‘le han metido en la nevera’ y eso de la nevera significa que le tienen una serie de partidos sin arbitrar.
¿Existe alguna razón para que los aficionados al fútbol, para que los que cada temporada pagan su abono, no estén enterados de las sanciones que se imponen a los árbitros? Pues sí, la hay: se trata de una ‘decisión interna del Comité Técnico de Árbitros’, una decisión interna que no aparece escrita en ningún lado pero que surte un efecto total y absoluto al igual que otra decisión, se supone que también es interna, para que los colegiados no hagan ningún tipo de declaraciones y que si las hacen sean ‘al final de sus días’, como árbitros se entiende, que es el caso de Iturralde y, aun así, esas declaraciones han acelerado el proceso de jubilación.
Todo un secretismo que solamente consigue que las sospechas y las divagaciones de los aficionados vayan, posiblemente, más allá de la realidad aunque hay que reconocer que la realidad arbitral en España es como para que cada uno se lleve sus secretos a la tumba.
Sin querer decir aquello de la forma y el sitio para ‘lavar los trapos sucios’, es evidente que cada domingo hay un montón de colada por hacer y que esa colada en muchos casos huele tan mal que no es bueno airearla.
O sea, que sigamos con el secreto y por lo menos nos quedará el agarradero del beneficio de la duda
En las mismas páginas de los periódicos y en los mismos espacios de los programas deportivos de radio y televisión en los que cada jornada se pormenorizan y se discute hasta la saciedad sobre las sanciones a jugadores y entrenadores, uno busca ansiosamente las sanciones-haberlas ‘haylas’- que han recaído sobre los árbitros que manifiestamente han errado en decisiones técnicas, disciplinarias o en la redacción de las actas. Y una vez repasadas las informaciones se llega claramente a la conclusión de que esos pormenores son absolutamente secretos y a lo más que se llega es a la metáfora de que al árbitro fulanito ‘le han metido en la nevera’ y eso de la nevera significa que le tienen una serie de partidos sin arbitrar.
¿Existe alguna razón para que los aficionados al fútbol, para que los que cada temporada pagan su abono, no estén enterados de las sanciones que se imponen a los árbitros? Pues sí, la hay: se trata de una ‘decisión interna del Comité Técnico de Árbitros’, una decisión interna que no aparece escrita en ningún lado pero que surte un efecto total y absoluto al igual que otra decisión, se supone que también es interna, para que los colegiados no hagan ningún tipo de declaraciones y que si las hacen sean ‘al final de sus días’, como árbitros se entiende, que es el caso de Iturralde y, aun así, esas declaraciones han acelerado el proceso de jubilación.
Todo un secretismo que solamente consigue que las sospechas y las divagaciones de los aficionados vayan, posiblemente, más allá de la realidad aunque hay que reconocer que la realidad arbitral en España es como para que cada uno se lleve sus secretos a la tumba.
Sin querer decir aquello de la forma y el sitio para ‘lavar los trapos sucios’, es evidente que cada domingo hay un montón de colada por hacer y que esa colada en muchos casos huele tan mal que no es bueno airearla.
O sea, que sigamos con el secreto y por lo menos nos quedará el agarradero del beneficio de la duda
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